Ir al contenido principal

La crónica: 15 de octubre de 2023.

 Hoy, como casi todos los domingos, he amanecido con ganas de dar una vuelta y de disfrutar del dudoso obsequio que estamos recibiendo en este Octubre atípicamente caluroso; pasear por la zona del río, tomar un vermú con mi pareja y algún amigo, ya sabéis, el tipo de placeres sencillos que hacen de las vidas precarias algo digno de ser vividas. A veces pienso que qué suerte tener tan poco y valorar las cosas simples y temo (aunque no mucho) llegar a ser rica un día y volverme gilipollas.

Sin embargo, a lo largo del día mis ánimos han ido bajando considerablemente, y lo cierto es que viendo el panorama mundial que se nos presenta creo que no es para menos: estamos asistiendo a un genocidio con la connivencia mal disimulada de los organismos internacionales. La UE anunció que iba a retirar las ayudas a Palestina tras el ataque de Hamás contra Israel para recular después por la presión de algunos de sus miembros, entre ellos España. Josep Borrell, en su papel de Alto representante de la Unión Europea para la política exterior, ha señalado con no poca lucidez lo que debería ser obvio: la organización de Hamás no comprende ni representa a la totalidad del pueblo palestino, quienes por otro lado ya bastante tienen con los ataques que Israel lleva perpetrando contra ellos durante años mientras el mundo entero mira para otro lado. No es que sea yo experta en política internacional ni nada por el estilo, pero no deja de ser llamativo como a nadie parece haberle cabido ninguna duda de que lo que ha hecho Rusia con Ucrania ha sido una invasión, pese a ser ambos bandos estados con su correspondiente ejército y capacidad militar, mientras que la invasión y el asedio de Israel contra Palestina se vende como un conflicto entre dos partes iguales, incluso presentando a Palestina como el atacante y a Israel como un territorio que se defiende legítimamente.

Si nos vamos a otra parte del mundo, concretamente a Australia, nos encontramos con una noticia que ha pasado desapercibida, pero que no por ello está exenta de amargura: el 61% de la población ha votado ''no'' en el referéndum celebrado para proponer una reforma constitucional que reconociese los derechos de los habitantes originales del país, reconociendo las poblaciones aborígenes en la constitución y reparando parte del daño causado por el colonialismo a las mismas. Según expresan grupos de defensa de los aborígenes,“ahora es el momento de guardar silencio, lamentarnos y reflexionar profundamente sobre las consecuencias de este resultado”. "La verdad es que ofrecimos este reconocimiento y fue rechazado. Ahora sabemos dónde estamos en nuestro propio país", añade el texto, antes de pedir una "semana de silencio" para llorar y reflexionar.

Visto lo visto, a cualquiera le quedan ganas de hacer algo más que aovillarse en la cama, abrazarse las rodillas y echarse a llorar mientras trata de abstraerse del hecho de que el mundo se va a la mierda y de que a este paso podríamos apostar a que acabaremos matándonos entre nosotros. Es aterrador cuanto menos darse cuenta de cómo cualquiera de tus vecinos sería capaz no ya de venderte, sino de ponerte la zancadilla con tal de sentirse por encima en algo aunque en todos los demás aspectos esté tan jodido como tú.

De todos modos, de nada sirve lamentarse ni hacerse un ovillo, aunque supongo que es lo que tiene ser consciente de que la vida puede cambiar de un momento a otro: igual que se disfruta más de las cosas más sencillas, se empatiza más fácilmente con el dolor y la pérdida ajenos, aunque se trate de personas desconocidas a miles de kilómetros de distancia. Al final qué nos queda a los pobres salvo el vermú del domingo cuando se puede, el tiempo compartido con los nuestros y el sentimiento de hermandad en la tragedia.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Una década más.

Tal vez sea demasiado pronto aún para decirlo, pero puede que esta haya sido la década más turbulenta de mi vida. Mañana cumplo 30 años y de acuerdo, tengo aún toda la vida por delante, nunca se sabe con qué le puede sorprender a una la vida, pero quizás sea esa la primera enseñanza que deba agradecer cuando mañana sople las velas: la vida puede cambiarte de un momento a otro, sin buscarlo ni esperarlo, normalmente más para mal que para bien. Y es que en esta década he llorado, me he frustrado, me he sobrecargado y he perdido (he perdido lo indecible, lo incontable), pero también he ganado mucho, especialmente aprendizaje; he aprendido a determinar qué es lo que quiero, pero sobretodo qué es lo que no quiero. He aprendido que para morirse sólo hace falta estar vivo y que no tiene sentido vivir con miedo, lo cuál no quiere decir que no se deba obrar con cierta prudencia. He aprendido también que debemos buscar los buenos momentos, pues los malos vienen solos, sin necesidad de que nadie ...

Vidas de película

Últimamente no puedo evitar pensar que mi vida y la de mi familia bien daría para una película, una de esas pelis dramáticas y lacrimógenas de final abierto protagonizadas por actores cuya emotiva interpretación podría valerles un Oscar. Y es que mi historia no tiene nada que envidiarle a títulos como ''En busca de la felicidad'' o ''Un pedacito de cielo'': la historia de una familia de clase obrera que lucha contra viento y marea en un sinfín de frentes entre los que destaca la enfermedad, la pobreza, los dramas personales o la salud mental, aderezado todo con vertiginosos giros de guión en los momentos en los que piensas que las cosas no pueden ir a peor. ¿Tendría un final feliz o uno trágico? ¿O quizás, mejor, un final abierto? Claro, que una se plantea estas cosas hasta que sale a la calle y habla con una o dos personas, y se encuentra con que cuando creía estar a punto de ganar el premio a campeona mundial del sufrimiento, cuando creía que sus drama...

``Todo va a mejorar´´: novela distópica made in Spain.

 Esta novela distópica nos muestra un país en crisis tras tres pandemias; inseguridad ciudadana, crispación y miedo.  Un clima político tenso, con la población cada vez más cansada de que los partidos tradicionales no cumplan promesas ni aporten soluciones. Y en medio de toda la debacle, un faro de esperanza en forma de movimiento ciudadano, el Movimiento Ciudadano ¡Soluciones ya! Pero, ¿es realmente este un movimiento ciudadano al uso? En esta novela distópica, Almudena Grandes, con la maestría que la caracteriza a la hora de construir personajes y escenarios, nos plantea, sin caer en la conspiranoia, la cuestión de si los poderosos realmente buscan solución a los problemas o por el contrario crean los problemas a fin de vendernos sus soluciones: crisis económicas, pandemias o inestabilidad política serán tan sólo algunas de las herramientas utilizadas para convencer al pueblo de qué es lo mejor para ellos y darles una ilusión de capacidad de decisión, de libertad. Si en su c...