Tal vez sea demasiado pronto aún para decirlo, pero puede que esta haya sido la década más turbulenta de mi vida. Mañana cumplo 30 años y de acuerdo, tengo aún toda la vida por delante, nunca se sabe con qué le puede sorprender a una la vida, pero quizás sea esa la primera enseñanza que deba agradecer cuando mañana sople las velas: la vida puede cambiarte de un momento a otro, sin buscarlo ni esperarlo, normalmente más para mal que para bien. Y es que en esta década he llorado, me he frustrado, me he sobrecargado y he perdido (he perdido lo indecible, lo incontable), pero también he ganado mucho, especialmente aprendizaje; he aprendido a determinar qué es lo que quiero, pero sobretodo qué es lo que no quiero. He aprendido que para morirse sólo hace falta estar vivo y que no tiene sentido vivir con miedo, lo cuál no quiere decir que no se deba obrar con cierta prudencia. He aprendido también que debemos buscar los buenos momentos, pues los malos vienen solos, sin necesidad de que nadie ...
Escritora por vocación y futura abogada de profesión. Aquí escribo sobre lo que veo, siento y vivo.