Últimamente no puedo evitar pensar que mi vida y la de mi familia bien daría para una película, una de esas pelis dramáticas y lacrimógenas de final abierto protagonizadas por actores cuya emotiva interpretación podría valerles un Oscar. Y es que mi historia no tiene nada que envidiarle a títulos como ''En busca de la felicidad'' o ''Un pedacito de cielo'': la historia de una familia de clase obrera que lucha contra viento y marea en un sinfín de frentes entre los que destaca la enfermedad, la pobreza, los dramas personales o la salud mental, aderezado todo con vertiginosos giros de guión en los momentos en los que piensas que las cosas no pueden ir a peor. ¿Tendría un final feliz o uno trágico? ¿O quizás, mejor, un final abierto? Claro, que una se plantea estas cosas hasta que sale a la calle y habla con una o dos personas, y se encuentra con que cuando creía estar a punto de ganar el premio a campeona mundial del sufrimiento, cuando creía que sus drama...
Escritora por vocación y futura abogada de profesión. Aquí escribo sobre lo que veo, siento y vivo.